1 ago 2011

Despedida

Escribo esto mientras contemplo la estampa típica turística, unas gaviotas que planean esbelta y ágilmente, lanzándose sobre un plato de unos turistas despistados. Se cogen un filete, y salen volando, riéndose por lo bajo de la cara de tontos de los turistas.
Hoy es la despedida, y nos despedimos con un día típico, trabajando.
Nos pusimos a limpiar las playas. En la playa de Nuestra Señora, había un pollo en el agua. Cuando  nos acercamos, porque estábamos limpiando, las gaviotas empezaron a gritar y a revolotear a nuestro alrededor.
Nos alejamos. Luego decidí seguir el método científico, y aprovechando que el pollo ya había salido del agua, y estaba relativamente cerca de mí, me acerqué un poco. Veinte gaviotas volando alrededor con cara de malas pulgas me convenció que las gaviotas son demasiado sensibles.
Poco después me encontré a una gaviota con sus tres pollos, y decidí dar un amplio rodeo, quejándome por lo bajo de que no me dejan hacer mi trabajo esas gaviotas.
Después de la limpieza de playas, quedamos con cinco bolsas de basura, y cansancio por lo poca cívica que es determinada gente, pero por lo menos con un sentimiento de satisfacción por el buen trabajo realizado. Como mínimo, estos días se ha despertado mi conciencia ecológica, y de intentar no manchar el medio ambiente.


Saludos, y un abrazo a todos.

Casa de luz y niebla

Nuevo día.  Esta vez el grupo de limpieza nos separamos para limpiar los diferentes caminos en formato “lobo solitario”. A mí me tocó la playa de Figueiras. Limpié, encontrando escondidas entre las rocas alguna lata, como si los infractores quisieran inútilmente esconder su pecado.
Después subí, en solitario, hasta el Alto del Príncipe. Luego caminé hasta el Faro de Monteagudo, buscando, casi sin esperanza, unas gafas que se habían caído al agua el día anterior con la marea alta. Esta vez la marea estaba baja, y pude rebuscar entre el agua, y las encontré. La verdad que fue una satisfacción, porque ya las daba por perdidas.

Después volví por Cruz Roja para que me curaran una herida que me había hecho en el pie. Me llamaron “compañero”, y la verdad, me gustó como sonaba.
De vuelta, el grupo de contar comentó que habían encontrado a varias personas tumbadas en las dunas. Supongo que será por falta de información, o por no fijarse. Quiero pensar que no es por falta de civismo. Poco después Antía, la monitora, estaba debajo de la pasarela, limpiando, cuando alguien tiró un pitillo encendido a las dunas. De gente así, que también tira colillas en el monte, se llenan los noticiarios cuando ya es demasiado tarde.

Comida, playa para descansar un poco, y se decidió subir a ver la puesta de sol. Tiene que ser precioso. Nos dividimos en dos grupos, los veteranos, que ya conocían el Faro de Cíes, y para ver la puesta de sol prefirieron subir al Alto del Príncipe, y los demás, que preferimos subir al Faro de Cíes. 

Fue una subida interesante. Vimos un observatorio de aves


Yo sigo sin encontrarle la utilidad práctica. Ya sé que no soy un observador de aves, y un experto me puede corregir. Pero me parecen que es más cómodo verlas sin el observatorio.
Estuvimos un rato, aprovechando que todavía quedaba tiempo para subir, observando las vistas. Preciosas. La subida, y el frío del viento, valía la pena sólo por esas vistas.


Ir con una guía es de lujo. Para empezar porque te puede explicar cosas. La piedra de la  campana,


no se sabe de donde es el nombre. Puede ser porque tiene forma de campana (para mi no lo tiene, quizá si te pones de perfil, bizqueando, inclinando la cabeza.... no, entonces tampoco tiene forma de campana) por el sonido que hace el viento al pasar por ahí, o que antiguamente había un guarda que avisaba con una campana. No se sabe.
La razón que tenga esa forma es la erosión del viento. La piedra está hecha de granito,  que está formada por cuarzo, feldespato y mica (saludos a mi profesor de ciencias naturales) y el viento que está cargado de salitre, esa sal hace reacciones químicas con los minerales más débiles, y va desgastando la piedra por zonas. 
Aqui va otro ejemplo, en que se nota claramente la diferencia entre zonas más sólidas, y zonas más blandas.


Finalmente subimos al faro de las cíes.


donde cenamos cómodamente. Apareció la niebla, pero afortunadamente se fue diez minutos antes que se fuera el sol. Así, contemplamos en toda su gloria como se iba el sol. Pese al frío, fue muy satisfactorio.



Entonces bajamos, y por el camino nos encontramos una gaviota albina. Normalmente no existen, es sólo por la existencia de un gen recesivo que pueden aparecer, por lo que son extremadamente raras. Debe haber muy pocas como ella en el mundo.



En resumen, un buen último día completo.