Llegamos por la mañana; somos 4, ya que alguien parece haberse asustado en el último momento y no ha aparecido. Pero no importa, somos unos voluntarios dispuestos a trabajar duramente… ¡Pero hasta el día siguiente no hay plan! Esto parece más unas vacaciones pagadas antes que un campo de trabajo… pero tampoco nos quejamos. De hecho, esa tarde disfrutaremos de una sesión de cine, eso sí sobre la naturaleza y cultura de las islas.
En el segundo día ya comienza a haber algo de actividad. A lo largo de la mañana recorrimos la ruta del Faro, que trascurría por la Isla del Faro, valga la redundancia.
Durante esta ruta divisamos diversas aves al vuelo además de los acantilados donde crían.
En esta zona nos encontramos con una pareja de gaviotas patiamarillas que llamaban por su polluelo, como sugería una de ellas al regurgitar el alimento; el polluelo no apareció, lamentablemente… pasaría a mejor vida.
Por la tarde comenzamos las actividades de voluntariado; a un grupo le tocó contar la gente que llegaba a la isla en los barcos, a nosotros nos tocó retirar una planta invasora denominada Tradescantia sp (una planta de origen foráneo que fue introducida para uso ornamental en las laderas debido a su característica flor blanca). Todo consistía simplemente en repasar el trabajo del grupo anterior, pero que aún así se echarían más de 3 horas de trabajo.
